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Unidad Desarrollo Curricular Formacion Docente

Desarrollo Curricular y Formación Docente

Formación Integral

Promover la formación integral es el fin o propósito último de la Misión institucional y el primero de los objetivos estatutarios; con él se alcanzan todas las metas. Por formación Integral, la USTA entiende en continuidad con el proyecto educativo fundacional del Siglo XVI, el desarrollo de todas las dimensiones de la vida personal (“letras y virtud”), de tal manera que los estudiantes adquieran una conciencia superior, comprendan el propio valor histórico, la propia función de vida, los propios derechos y deberes; que se hagan capaces de intervenir lucida y responsablemente en la vida social, cultural y política, aportando su actitud creativa a su aptitud investigativo-crítica.

La formación integral no separa u opone la formación del hombre de la formación del profesional. La primera se completa con la segunda, y esta cobra sentido pleno en el marco de la primera.

La formación integral propiciada por la Santoto no se enmarca sólo en la afirmación de un humanismo trascendente, sino que implica la posibilitación real, en la práctica educativa, de múltiples oportunidades, facilitadoras del desarrollo del pluridimensional universo personal de cada uno de los miembros de la comunidad universitaria.

La Santoto no solamente atiende la formación filosófica, ética, política, a través de las asignaturas que el “Estudio General” ofrece a todas las carreras y que forman parte fundamental de cada plan de estudios de formación profesional, al que se integran cátedras de democracia, de un idioma extranjero y de deportes sino que multiplica las acciones comunitarias abiertas a todas las facultades, para activar otros intereses: foros, debates, actividades pastorales, actividades estéticas, cultura física, deportes.

El Currículo

La necesidad de un Currículo aparece en los procesos intencionados de la educación. Las personas pueden formarse y aprender de manera informal, espontánea, en contextos casuales o no intencionados. Pero desde que las sociedades descubrieron la funcionalidad de los contextos intencionales y selectivos de aprendizaje y formación, se hizo clara la importancia y necesidad del “currículo” o “camino corto”, por etapas, para alcanzar, de manera orientada y con economía de esfuerzos, definidas competencias exigidas por la vida colectiva.

La Universidad, como espacio de encuentro académico, unifica intereses, aspiraciones y proyectos de vida; es también un espacio orgánico de construcción de relaciones y vínculos humanos; actúa como ambiente colectivo y favorece el aprendizaje de la convivencia. La estructuración curricular no se reduce a la concepción de un plan de estudios o al espacio del aula de clase o al discurso formal o informal del docente. Debe tener en cuenta los símbolos, lenguajes, comportamientos, costumbres, imaginarios, estilos de estudiantes, docentes, directivos, administrativos. Éstos constituyen un entramado de interacciones y construyen mentalidades, maneras de pensar y de actuar compartidas, con efecto formativo. Todo esto conforma el currículo oculto, positivo o negativo, cuyas tendencias es preciso discernir, para controlarlo o reforzarlo con el fin de hacerlo compatible con los fines del currículo explícito.

La autonomía universitaria, traducida en autonomía curricular, se traslada a cada una de las facultades y departamentos. Esta autonomía de las unidades académicas, fundadora de sus propios poderes (“facultades”) para enseñar, formar, evaluar y graduar, no puede negar o desconocer la autonomía de la institución como tal, autonomía subordinante de todas las autonomías educativo académicas internas. Los miembros sanos (facultades) no rechazan el cuerpo que los orienta y los nutre; pero éstos, a su vez, mediante la dinámica de sus currículos sólidos, deben fortalecer el todo institucional.

 

 

 

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